jueves, 20 de noviembre de 2014

"DIOS ES MUY MALO"

Sé que el título resulta por demás chocante para cualquier creyente, pero ¿qué otra cosa quiere hacernos creer el mismísimo diablo que no sea imputarle a Dios su propia maldad? Y muchos cristianos sin darse cuenta parecieran acariciar la posibilidad de atribuirle a Dios sentimientos de malevolencia, sobre todo cuando no responde nuestras plegarias o permite que prevalezca
el mal o no venga nuestros agravios como suponemos debería suceder. 
Todo empezó en el Edén, cuando Adán con su mujer desobedecieron una orden directa de parte del supremo Creador y "por una transgresión resultó la condenación de todos los hombres" (Romanos 5:18). ¿Y cómo fue que Adán y Eva, hechos a imagen y semejanza de Dios, incurrieron en tamaña desobediencia dándole cabida al pecado en el mundo, atrayendo condenación sobre toda la humanidad?
El plan urdido por Satanás fue muy simple mas no improvisado. Una sutil sugerencia les hizo dudar de la bondad de Dios. Primero, como en una partida de ajedrez, un ataque a la reina haciéndole considerar la posibilidad de una doble intención en el Todopoderoso: "¿Así que Dios les dijo que no comieran de..." (Génesis 3:1 TLA). De seguida un argumento bien estructurado por la astuta serpiente los puso en jaque: "Eso es mentira. No morirán. Dios bien sabe que, cuando ustedes coman del fruto de ese árbol, serán iguales a Dios y..." (Génesis 3:4, 5 TLA). 
Tal ha sido el trabajo de Satanás desde que la humanidad existe. Sembrar pensamientos en el corazón (la Biblia los llama "dardos de fuego del maligno") que pongan en duda la buena intención y el propósito firme del Todopoderoso. En el fondo lo que trata de impedir es el "hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra" (Mateo 6:10). Hará todo lo posible porque los hijos de Dios vivan a contrapelo de la voluntad del Padre. Su meta es hacer de la humanidad (incluidos los cristianos) una generación contumaz y rebelde. La victoria de Job sobre Satanás estribó precisamente en no haber atribuido a Dios "despropósito alguno" (Job 1:22) o como dice la Traducción en Lenguaje Actual (TLA): "Job no ofendió a Dios ni le echó la culpa" o en versión Reina Valera Contemporánea (RVC): "Y en todo esto Job no pecó ni le atribuyó al Señor ninguna mala intención". 
Job reconoció desde un principio la soberanía del Eterno. Sigamos el ejemplo del viejo patriarca. Temamos a Dios y cuidémonos de incurrir en sutilezas cuestionando o tentando al Creador. Recordemos la advertencia del apóstol Pablo: "¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así?" (Romanos 9:20 LBLA). El diablo rezonga: "Dios es muy malo". Yo proclamo: DIOS ES BUENO.

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