martes, 7 de octubre de 2014

EL PANTEÍSMO ESTA DE VUELTA

El panteísmo está de vuelta. Países de occidente se vuelven a las religiones asiáticas en su búsqueda de reencuentro consigo mismo  y cada vez cobra más fuerza la corriente ecologista que pretende sacralizar el cosmos y revivir el culto a la naturaleza. Se dice que la "madre Tierra" debe ser pensada en términos de Gran Madre, Pacha Mama y Nana como lo hacían nuestros ancestros y
venerada como Gaia, nombre de la mitología griega para designar a la diosa Tierra.
La generación actual incurre en los mismos hechos pecaminosos que socabaron los cimientos de civilizaciones antiguas cuando se envanecieron en sus razonamientos no tomando en cuenta a Dios, cambiaron la verdad de Dios por la mentira y adoraron y rindieron culto a la criatura en lugar del Creador (Romanos 1:21-25).
Salmos 104 sobre el que venimos reflexionando, presenta un planeta vivo que refleja la sabiduría y los cuidados del Señor, quien sostiene el complejo engranaje de la vida en una tierra que fue maldecida, pero sigue siendo fecunda y portadora de vida, donde el océano que es para el hombre elemento de muerte, es para miríadas de animales un hogar de vida y salud (Spurgeon). El salmista es preciso en advertir que esta vida tiene su origen en Dios: "Pero envías tu espíritu y todo en la tierra cobra nueva vida" (v. 30 TLA). El Creador hace brotar maniantales (v. 10), riega los montes (v. 13) y hace brotar la hierba (v. 14).
Juntamente con la orden de "llenad la tierra y sojuzgadla; ejerced dominio" (Génesis 1:28 LBLA), los seres humanos recibimos la encomienda de cultivar y guardar nuestro "oikos". (Génesis 2:15). Salmos 104 termina con una oración pidiendo la destrucción de los malvados que de seguro incluye a los que destruyen la tierra (Apocalipsis 11.18). Debemos amar, cuidar y defender "la herencia de los mansos", este planeta azul que nuestro Padre celestial nos legó para vivir. Pero de allí a venerar y rendir tributo a la "madre tierra", nos separa un inmenso abismo.
Lo que si nos corresponde es una actitud contemplativa hacía la naturaleza, no en sentido místico sino de regocijo y gratitud por vivir en este planeta. Como dice el maestro Nestor Blanco (Una Cita  en el Altar, 2013): "Somos muy dados a magnificar la presencia 'espiritual' de Dios, pero nos olvidamos que vivimos en un mundo físico prestado por Él... Estamos tan preocupados por nuestros asuntos y nuestro grosero materialismo como para detenernos un poco para percibir la mano de Dios que nos toca realmente a través de su creación". Debemos seguir el ejemplo del rey David, que inmerso en total arrobamiento al contemplar el firmamento, prorrumpe en alabanza: "Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste..." (Salmo 8).
En Salmos 104 no se alaba a Dios solamente por abrir su mano y proveer alimentos. Destaca sobre todo el despliegue de belleza: esplendor, luces, sombras, nubes, energía, música y movimiento. Y su estructura: Recursos hidrológicos, recursos forestales, truenos, sismos, volcanes. Debemos aprender a disfrutar de todo cuanto nuestro Padre creó: la luz del amanecer, una puesta de sol, el canto de las aves, las playas, las montañas, la lluvia, el arco iris, las estrellas, etc. Si no amamos lo que vemos, tampoco podremos amar a Dios a quien no vemos.
Felizmente el mismo Dios que se cubre de luz como de vestidura, extiende los cielos como una cortina y establece sus aposentos sobre las alturas (v. 2), irrumpió en la historia y vino y acampó entre nosotros en la persona de su Hijo Jesucristo, "la luz verdadera, que alumbra a todo hombre al venir al mundo" (Juan 1:9 Biblia Textual). Por medio de Él, Dios el Padre hizo el Universo, y Él es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder. Sólo Él es digno de adoración porque fue inmolado, y con su sangre ha redimido para Dios, gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. Sólo Él es digno de recibir el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario