jueves, 8 de mayo de 2014

MINISTRAR A LOS MÁS PEQUEÑOS

Si queremos impactar a nuestra nación con el poder transformador del evangelio, nuestra estrategia de evangelismo y discipulado tendrá que darle prioridad a la población entre 5 y 24 años de edad, especialmente los niños y adolescentes.
Afirmaba en reflexión anterior que la misión de la iglesia es de alcance mundial, pues se trata de "hacer discípulos en todas las naciones". Decía también que la sana enseñanza es el enlace generacional para la preservación de la fe y práctica cristianas (2 Timoteo 2:2).
La iglesia evangélica en los años 60 del siglo pasado soñaba y cantaba Venezuela será para Cristo. De unos años para acá se ha venido proclamando Jesucristo, Señor de Venezuela. Pero una nación no se conquista en una sola generación, el esfuerzo que hagamos hoy se perdería si no ganamos a los de más tierna edad, empezando por nuestros hijos.
Tanta o mayor responsabilidad tiene quien enseña la palabra de Dios a los niños como el maestro de adultos. Ambos deben asumir su tarea con mucha seriedad y dedicación. El líder o maestro de niños está llamado a ser evangelista. Su objetivo no es cantar ni entretener a los niños con historias de la Biblia. Su visión debe ser lograr la conversión de cada uno de sus alumnos. Así lo entendió D.L.Moody en la segunda mitad del siglo XIX antes de llegar a ser el famoso evangelista que llegó a ser. Él empezó reuniendo grupos de niños de la calle a los que evangelizaba y enseñaba la Biblia.
También el hermano Juan Romero, misionero y cantante, cuenta una historia parecida. Este compositor e intérprete de melodías como "Visión Pastoral", mejor conocida como "Eran cien ovejas" tan popular en los años 70, convertido a los 7 años, empezó a los 14 enseñando en la escuela dominical a jóvenes de su misma edad. Con el tiempo se convertiría en la leyenda que llegó a ser, predicando y formando maestros de la Palabra alrededor del mundo.
Dice la Biblia: "Reunid a los pequeños y a los niños de pecho" (Joel 2:16). "Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos" (Hechos 2:39). "Del Señor se hablará a las generaciones futuras" (Salmo 22:30b NVI).

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