-Estar en el lugar correcto, en el momento correcto, con la
actitud correcta– sabias palabras con las que el maestro de música quiso estimular a su discípulo en trámites de partir hacía Europa a fin de cumplir su sueño.
Bastante común y no por ello poco certero eso de estar en el lugar correcto en el momento correcto. Me hizo pensar. Es que no basta con estar en el lugar indicado a menos que sea en el momento oportuno.
Pero estar en el lugar y el momento correctos tampoco tendrá ningún efecto si no se tiene la actitud correcta.
TODO DEPENDE DE LA ACTITUD
Pero estar en el lugar y el momento correctos tampoco tendrá ningún efecto si no se tiene la actitud correcta.
TODO DEPENDE DE LA ACTITUD
Y hablar de actitud tiene que ver con disposición, determinación, estado de ánimo. El apóstol Pablo lo ilustra muy bien cuando utiliza la metáfora de una carrera olímpica para enseñar acerca del servicio cristiano: -¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio?- y la actitud de entrega que se requiere: -corred de tal manera que lo obtengáis- (1 Corintios 9:24).
UN POCO DE CASTELLANO
Recuerdo aquellas clases de castellano donde nos enseñaban que el verbo expresa la acción y condición del sujeto y que los adverbios son palabras que sirven de complemento con referencias de lugar, de carácter temporal (adverbios de tiempo) o modal (adverbios de modo) entre otras. Pues no es lo mismo decir: -Anita cantaba- que decir: -Después Anita cantaba-. Nos da una idea de cuándo tuvo lugar tal acción. Pero la información es mucho más completa al decir: -Después Anita cantaba magistralmente-. ¿Cómo lo hacía? magistralmente. La actitud es lo que cuenta.
MÁS VALE MAÑA QUE FUERZA
Esta es la historia de un hombre pobre, marginal, ni siquiera la gente se acordaba de él, pero tales barreras no lograron arrinconarle. Llegada la hora asumió la actitud de un héroe, anteponiendo el bien común sin esperar a cambio más que el bienestar de todos: "Había una ciudad pequeña con pocos hombres en ella, y contra ella vino un gran rey y la rodeó edificando contra ella grandes torres de asedio. Y se encontraba en ella un hombre pobre, pero sabio, el cual con su sabiduría libró a la ciudad. Pero nadie se acordaba de aquel hombre pobre. (Eclesiastés 9:14-15).
VEN Y SÍGUEME
Fueron muchos los que se encontraban en el lugar correcto y el momento correcto cuando el divino Jesús anduvo recorriendo las polvorientas calles de Palestina. Sólo citaré tres casos:
UN POCO DE CASTELLANO
Recuerdo aquellas clases de castellano donde nos enseñaban que el verbo expresa la acción y condición del sujeto y que los adverbios son palabras que sirven de complemento con referencias de lugar, de carácter temporal (adverbios de tiempo) o modal (adverbios de modo) entre otras. Pues no es lo mismo decir: -Anita cantaba- que decir: -Después Anita cantaba-. Nos da una idea de cuándo tuvo lugar tal acción. Pero la información es mucho más completa al decir: -Después Anita cantaba magistralmente-. ¿Cómo lo hacía? magistralmente. La actitud es lo que cuenta.
MÁS VALE MAÑA QUE FUERZA
Esta es la historia de un hombre pobre, marginal, ni siquiera la gente se acordaba de él, pero tales barreras no lograron arrinconarle. Llegada la hora asumió la actitud de un héroe, anteponiendo el bien común sin esperar a cambio más que el bienestar de todos: "Había una ciudad pequeña con pocos hombres en ella, y contra ella vino un gran rey y la rodeó edificando contra ella grandes torres de asedio. Y se encontraba en ella un hombre pobre, pero sabio, el cual con su sabiduría libró a la ciudad. Pero nadie se acordaba de aquel hombre pobre. (Eclesiastés 9:14-15).
VEN Y SÍGUEME
Fueron muchos los que se encontraban en el lugar correcto y el momento correcto cuando el divino Jesús anduvo recorriendo las polvorientas calles de Palestina. Sólo citaré tres casos:
- Y al pasar, vio a Leví hijo de Alfeo... y le dijo: sígueme. Y levantándose, le siguió.
- El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, y le dijo: sígueme. (Y Felipe se convirtió en uno de sus más fieles seguidores).
- Un hombre corrió a su encuentro, se arrodilló delante de él y le preguntó: "Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para conseguir la vida eterna?" (...) Jesús fijó su mirada en él, le tomó cariño y le dijo: "Sólo te falta una cosa: vete, vende todo lo que tienes y reparte el dinero entre los pobres, y tendrás un tesoro en el Cielo. Después, ven y sígueme". Al oír esto se desanimó totalmente, pues era un hombre muy rico, y se fue triste...

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