viernes, 25 de abril de 2014

SI TODO ESTA A MI FAVOR, ¿QUE IMPIDE QUE YO...?

Una historia bastante emotiva de los primeros años de la Iglesia es la protagonizada por el diácono y evangelista Felipe y un alto funcionario del gobierno de Etiopía el cual era reconocido como temeroso de Dios, término con que se identifica a hombres no judíos que renunciando al paganismo se hacen devotos de las Escrituras y asisten regularmente a la sinagoga (Hechos 8:26-40).
Guiado por el Señor, Felipe tomó la ruta que va de Jerusalén a Gaza atravesando el desierto. Allí ve pasar el carro del funcionario etíope quién además es eunuco, es decir, un hombre castrado como suelen serlo los servidores de la reina de Etiopía.

El Espíritu Santo ordena a Felipe acercarse al vehículo oficial del funcionario extranjero. ¡Cual no sería su sorpresa al escuchar que éste viene leyendo en voz alta un pasaje del profeta Isaías (capítulo 53)! El evangelista le pregunta si entiende lo que lee y el etíope le responde que no, pero le interesa aprender y lo invita para que le explique. Acto seguido Felipe le presenta el mensaje del evangelio de Jesucristo a partir de las enseñanzas del Antiguo Testamento. Conmueve leer en la narración de Lucas la receptividad del etíope al mensaje de salvación. Inquiere a Felipe: "Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?" (v. 36).
La pregunta del etíope nos hace saber que: i. Aun cuando la Iglesia entonces se circunscribía a los judíos, Felipe no rehuyó predicarle el mensaje de salvación a un ciudadano gentil y dedicó tiempo a esta tarea. ii. El etíope venía de adorar en Jerusalén pero su hambre de conocer a Dios seguía insatisfecha. iii. Siendo eunuco, aún si fuese judío no podía adorar a Dios en el templo ya que estaba expresamente prohibido por la Ley (Deut. 23:1). Ahora empezaba para él un nuevo tiempo de gracia.
 ¿Qué podemos deducir de la pregunta: "Aquí hay agua, ¿qué impide que yo sea bautizado?". Vemos primeramente que mientras el etíope escuchaba la Palabra de Dios se fue llenando de una expectación positiva. Estaba atento a lo que sucedía alrededor: descubrió agua en medio del desierto. Segundo: En su corazón había creído, pero se necesitaba agua para hacer pública su fe. Cuando Dios te da una palabra o pone un sueño en tu corazón, también acondiciona tus circunstancias para hacerlo realidad. En tercer lugar, Dios tiene todo cronometrado. El agua apareció cuando Felipe le hubo presentado el mensaje de "creer y ser bautizado".
Conclusión: Dios acondicionó todo en favor del etíope que tenía tanta hambre de conocerlo a Él. Ocurre siempre con todos los que Dios ha llamado de modo que sólo podemos preguntarnos: Si todo está a mi favor por disposición de Él, ¿qué impide que yo le obedezca...?

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