¿Cómo es que a los impíos todo les sale bien; están sanos, bien ubicados, no tienen de qué preocuparse; para ellos no existen crisis ni pandemia mientras que muchos hombres y mujeres de Dios se encuentran pasando trabajo, padeciendo enfermedad, cada mañana una nueva pena y son objeto del desprecio y de la burla de aquellos y víctimas de violencia? Frente a situación semejante el salmista Asaf, llenándose de envidia y amargura, fue tentado a abandonar su confianza en Dios.